Docencia y Tecnología

En el siglo XIX es imposible pensar en cualquier actividad del hombre en su interacción con la sociedad sin ayuda de la tecnología. Computadores, celulares, gps, videojuegos, facilitan nuestra vida y a su vez nos desafían cada día a mantenernos actualizados en un mundo que crece y se comunica cada segundo. Es por esto, que como docentes no nos podemos quedar atrás en su uso, ya que enseñamos a jóvenes que crecieron con estas herramientas, a través de las cuales encuentran igual o tal vez más información de la que nosotros podemos entregarles durante el tiempo que transcurre en una sesión de clases. Si duda, es válido plantearse la inquietud acerca de la necesidad o la existencia de los profesores versus la tecnología. Ahora, ¿que podemos rescatar de la enseñanza tradicional? para mí, la experiencia, los sentimientos, las opiniones derivadas de los estudios, aprender a creer, como bien lo dice uno de los videos. Si es así, entonces debemos utilizar la tecnología como una excelente herramienta de ayuda, en lugar de un problema con el cual tengamos que competir. Es así como a través de la tecnología, como plantea Asimov,  se hace llegar el conocimiento a mayor cantidad de personas, en diferentes lugares del mundo, de manera más económica y con la ventaja de que cada uno aprende a su propia velocidad, y lo que necesita aprender y en el momento preciso, lo que genera un aprendizaje mas efectivo, por cuanto, surge de la necesidad de utilizar las materias. Consecuentemente, el rol de profesor no es ser un transmisor de conocimientos, sino un facilitador, que media entre las materias y el alumno, que abre los libros de la experiencia y es capaz de transmitir sentimientos desde la pantalla del computador a la mente y el corazón del alumno, aportando con su sabiduría la ética profesional, derivada de su experiencia y despertando el interés sobre lo enseñado. Para lograr lo anterior es importantísimo antes que todo, entender los nuevos tiempos y más aún valorarlos, comprendiendo y aceptando el cambio. Aceptar, que no se puede enseñar de la manera en nosotros aprendimos, y no sobrevalorar ni tampoco menospreciar la tecnología, pero sí utilizarla y mantenerse al día con las herramientas que esta nos ofrece.